Cuento de invierno V por Cristina Cañamero

Intervención de pintura mural en la Biblioteca Central de Córdoba. Mayo-Junio 2016

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BOCETO INICIAL

A la pintora por Salvadora Drôme

domingo, 12 de junio de 2016

A la pintora

Estaba haciendo una ensalada de naranja y bacalao, con patatas y aceitunas, y con un poquito de cebollino, también le eché aceite de oliva, cuando me acordé de mi amiga Cristina Cañamero, pintora ella. Entonces decidí ir a verla a la Biblioteca Central de Córdoba donde está dibujando personajes fantásticos en sus paredes blancas.

Y me la encontré allí, con su mirada de náufraga volcada sobre su creación impactante y a la vez serena. Ella, que es pequeña como una niña y que se sabe canciones de memoria y que nos las dice en la noche cuando, alguna vez, se escapa de su trabajo.

Cristina es laboriosa y se merece todo lo bueno que le pase, tiene un sentido de la perfección y del deber que le hace parecer una joven asceta y su cuerpo acoge todas las líneas del mundo. Yo la admiro.

Ella y su sentido de la proporcionalidad, el vigor de las figuras, es un espectáculo verla dibujar, es una suerte su risa. Y es una suerte que se dignara ilustrar mi cuento Landa y el País de la Sencillez.

Y quiero nombrarla, dar prueba de mi confianza en ella y de mi respeto por su trabajo, que espero que se reconozca con una fiesta digna de su genio. Brindamos por Cristina mientras buscábamos el sosiego, y prometimos, que nadie nos desviaría de nuestro empeño por no salirnos nunca del campo de los matices, porque eso es lo verdaderamente humano, esa es la fuente.

Cristina Cañamero

Con mi amiga

Aquí les enlazo Landa y el País de la Sencillez

La luz de invierno llega a la Biblioteca Central

Cultura- El día de Córdoba

La artista Cristina Cañamero plasma la obra 'Cuento de invierno 5' en las paredes del edificio cultural

N. SANTOS CÓRDOBA16 Junio, 2016 - 05:00h

A su manera callada, la artista Cristina Cañamero ha llenado de invierno la Biblioteca Central. Las paredes blancas del silencioso edificio se prestaban sin duda a ser plasmadas con arte, pero han sido muchos los años que han observado el ir y venir de lectores y estudiantes sin emitir ningún tipo de color. Ahora, la obra Cuento de invierno 5 -compuesta por imágenes de mujeres y dos ciervos- sirven de decoración para la Biblioteca y aportan colores azulados y oscuros a un espacio que hasta hace unas semanas estaba más que vacío.

Tal y como explica la artista a el Día, habría que rememorarse hasta la inauguración del inmueble, cuando se acercó para ofrecer los catálogos que posee, para situar el momento desde el que ya tenía en mente darle un poco de color a las paredes. Eso sí, pasó lo que siempre pasa. No había presupuesto, los años se sucedieron sin que nadie hiciera nada y las paredes continuaron con su leve tono. Quizá recibieron alguna que otra mano de pintura para tapar los desperfectos. Pero nada de arte.

Así lo relata Cañamero, muy asidua a esta biblioteca. La artista relata que cada vez que caminaba por sus pasillos siempre pensaba que deberían estar plasmados por algo más. Fue hace un año cuando el director del edificio lanzó la propuesta, la ansiada propuesta, y no había nadie mejor para llenar de color esos muros que la artista que siempre recorría la Biblioteca y pensaba que se le debía algo. Ahora se pueden observar tres figuras femeninas, que realmente son la misma chica pero con posturas diferentes, y dos animales, dos ciervos, uno algo más crecido que otro.

Cañamero cuenta que el mensaje que quiere transmitir no es uno solo, sino que está abierto a la imaginación de quien por allí pase y observe la composición. El título ya dice algo y las posturas de la chica, vestida con ropa elegante y de verano en medio de la nieve, también dan que pensar.

Para plasmar todo esto la artista reconoce que casi ha tenido que volver a aprender a pintar porque la técnica usada no la conocía. Y no lo hacía por nada en especial, sino porque la pintura que se ha usado para que se adapte bien a la superficie es del tipo que se suele utilizar para pintar las paredes. Así, Cañamero, acostumbrada a la técnica del óleo, ha tenido que luchar en estos meses contra una pintura que nada más ponerla en la paleta ya estaba seca. Pero al final todo ha salido bien y su obra ya luce en la Central.

Ahora, el estudiante que decida acudir allí a repasar el examen y quiera distraerse con una mosca, tendrá una razón mucho mejor, y más artística, para observar su alrededor. En la web de la Biblioteca, donde han expuesto parte del proceso de la obra, comparan el trabajo de la artista durante estos meses con el proceder de Miguel Ángel. "Con sus pinceles y su banqueta, poquito a poco cada día, nos ha dejado en la sala estas sugerentes y un poco enigmáticas figuras", escriben.

Artículo aparecido en el número 24 de la revista Córdoba Expone

Carmen Cristina Rafael

Un mural para la Biblioteca Central

Rafael: Nos gusta que las bibliotecas sean sitios vivos y cálidos, lugares hechos al gusto de los usuarios. Teníamos una idea, pero no sabíamos cómo la íbamos a sacar para adelante. Las paredes tienen cuatro metros y medio de altura, amuebladas con librerías hasta la escala humana, y no queríamos que estuvieran tan blancas.

Carmen: Llegamos a un espacio muy bonito y amplio, pero vacío de muebles y contenido. Los que estamos aquí permanentemente necesitamos ver la biblioteca con vida. Los libros y las estanterías aparecieron en su momento, pero seguía habiendo un exceso de vacío.

Fuiste de las primeras usuarias en venir. Recuerdo que trajiste unos catálogos tuyos de pintura. Entonces empezamos a pensar que sería bueno que alguien pudiera pintar en algunas paredes… La idea siempre estuvo latente.

Cristina: Ofrecí mis catálogos cuando vine por primera vez, y a partir de ahí he mantenido un idilio con la Biblioteca. Es mi templo, el lugar en el que me alimento. Entro al edificio y la sonrisa ya la tengo. Aquí también he conocido a personas con las que tengo muy buen trato. Por todo esto, hacer este trabajo es lo que yo llamo “justicia cósmica”.

―Pensamos, entre otras opciones, en hacer una convocatoria de alumnos de las escuelas de arte o en realizar un grafiti. Pero teníamos la oportunidad de poder contar con una artista, usuaria además, con una obra que nos gustaba mucho. Y qué mejor que sean los usuarios los que intervengan artísticamente el entorno.

―Al principio no nos supimos comunicar, no dimos con la idea clara. En vez de pedirte algo para la sala de lectura, tendríamos que haberte dicho que pintaras lo que quisieras. Traías tu proyecto, después de semanas de trabajo, y no sabía cómo decirte, por respeto al tiempo que habías dedicado, que en aquellos bocetos no te veíamos a ti.

No se trataba de decorar, al modo en el que se cuelga un cuadro o se pone una maceta; lo que queríamos es que Cristina Cañamero estuviera en una pared de la Biblioteca, y que esta tomara otra dimensión.

―Hice varios bocetos pensando que se trataba de algo más decorativo. Entonces me dijisteis que buscabais un trabajo de artista, y ya lo vi claro… Era justo lo que yo quería.

―No queríamos que te ocultaras como artista. Contábamos contigo porque conocíamos tu trabajo.

Todo ese largo proceso de estudio ha merecido la pena. Al final tú has quedado satisfecha, nosotros lo estamos muchísimo y todo lo que nos llega de los usuarios es positivo.

―Cuesta hasta que se da con lo que se quiere. Una vez visto el resultado estamos todos contentos.

―Que haya pasado tanto tiempo ha sido positivo, porque hemos meditado mucho todos los aspectos. Al final se ve reflejado lo que hago y lo que soy.

Es complicado afrontar un trabajo así, porque a la Biblioteca viene gente de todo tipo. Podría haber hecho una cosa provocadora, más contundente, pero quería una compañía silenciosa y agradable, con un punto elegante. El ruido está fuera, aquí estamos en un lugar de recogimiento. También he querido darle una atmósfera conectada con el mundo de los cuentos.

―Tendemos a relacionar los cuentos con la literatura infantil, y no es así. Los cuentos son para todas las edades y para toda la vida.

―A nadie le choca. El mural ha sido acogido como si esa parte de la sala de lectura nunca hubiese estado vacía. Los comentarios son muy buenos. Si la gente nos tuviera que decir algo malo, nos lo diría; sobre todo estando detrás del mostrador.

―Sorprende favorablemente.

Pusimos como condición que fuese algo temporal. Igual que no nos gustan las paredes en blanco para toda la vida, tampoco queremos la fosilización de los elementos que van añadiéndose. Tú aceptaste, pero no sé si seremos capaces de quitar la obra algún día.

―Ha sido la primera vez que he trabajado con público, ya que estas cosas suelen hacerse antes de que se inaugure el edificio. Así no hay ni trampa ni cartón. Ver las sonrisas y las caras de sorpresa ha sido muy bonito. Observando cómo surgía la pintura, la gente se acercaba para decirme cosas. Me han tratado muy bien mientras estaba pintando.

El primer día el corazón me sonaba como los tambores de las películas de Tarzán, no sabía cómo iba a hacer aquello. Yo no tengo vértigo, pero las primeras semanas soñaba constantemente que me caía. En la pasarela estaba como un pajarito en una jaula, viendo pasar gente por debajo.

―Cuando entran personas a los espacios de lectura, para cosas fundamentales como pintar o poner una bombilla, los usuarios miran con cara rara, como si fueran a molestar. Sin embargo, mientras tú trabajabas, de manera muy discreta y cuidadosa, pero moviéndote necesariamente para hacer cosas, las caras de los que estaban pendientes del proceso eran de satisfacción y admiración. Pintaste durante el verano, y la pintura resultó muy refrescante.

―La nieve acompaña en invierno y refresca en verano… Está todo pensado.

No podía pintar bien la superficie con óleo o acrílico, así que he utilizado pintura de pared, usando un atomizador de agua por lo rápido que se seca, más todavía cuando empezó a hacer calor. La pintura ha quedado con un aspecto aterciopelado muy bonito.

Ha resultado todo un reto… He llegado a pintar bocabajo. Y para ver en perspectiva tenía que estar saliendo de la pasarela todo el rato.

―Una pasarela de un metro escaso… Son las limitaciones que tenemos en los servicios públicos. Nos faltan recursos para estas cosas extraordinarias. Se podría haber montado un andamio o una grúa, y así se hubiera podido aprovechar todo el lienzo de pared. Mucho has hecho con las posibilidades que había.

―Es bueno que el artista pueda llegar a la Biblioteca y mostrar lo que hace, que aporte algo más a un lugar que es público. No se trata de una exposición puntual, para mí lo mejor es que una parte del artista quede aquí dentro.

―Hasta ahora habíamos hecho exposiciones, pero no las producíamos. Contigo hemos encontrado el punto exacto que buscábamos. Lo ideal sería que los artistas, sin renunciar a su personalidad y sabiendo que vienen a una casa que es de todos, tomaran la Biblioteca como algo suyo, que se lanzaran, igual que ha pasado en esta ocasión. Hay que tener en cuenta que aquí vienen desde jóvenes hasta personas mayores, y lo que se haga tiene que tener un lenguaje asequible para todos.

No debemos sacralizar los sitios públicos, ya que lo que se pretende es que sean lugares de encuentro que sirvan para compartir y comunicarnos con los demás, aunque lógicamente también haya zonas que permitan la reflexión y escapar del ruido de la calle.

―Ojalá haya mucha gente que quiera venir a intervenir otras partes del edificio. Tú llegaste con exceso de humildad. Pero esa humildad es buena porque no es siempre fácil plantear este tipo de trabajo con un artista. Debes estar orgullosa porque has pintado algo magnífico para un sitio público.

―Personalmente, superar la prueba me ha servido para ver que puedo hacer cosas que hasta ahora no he hecho. Recuerdo que os dije que nadie lo iba a hacer como yo. Fui muy audaz…, y no suelo ser así. Normalmente me vendo bastante mal. Pero sentía que iba a trabajar con mucho amor, para devolver parte de lo que me da este sitio, tan importante para mí. Lo es, hasta tal punto, que mi carnet de biblioteca es una de las cosas que más valoro.

…

Rafa Sillero

Tema Etéreo. Con la tecnología de Blogger.